lunes, 1 de julio de 2013
El futuro de la economía mundial podría depender de China
El nuevo golpe a la economía de mercado podría venir desde China. Las autoridades económicas de China anticiparon que su país necesita un crecimiento de 7% anual para que no se generen problemas de desempleo ni tensiones sociales, mientras que otras autoridades lo indican este parámetro en 6%. Sea cual fuese el porcentaje, vemos que en 2013 comienzan a plantearse en el mundo cuestiones de cómo será el futuro de China y cómo impactará en la humanidad si hay una desaceleración económica del gigante asiático.
China tiene casi 1300 millones de habitantes, lo que equivale a poco más de 1/7 de la población mundial concentrada en un solo país. Su PBI es el segundo del mundo, siendo aproximadamente el 14% de la producción mundial que se estima anualmente.
China es el principal comprador del mundo de la mayor parte de las materias primas, siendo también el segundo comprador de petróleo crudo, lo que implica que se ha convertido en la gran locomotora de los países no tan desarrollados y cuyas exportaciones tienen gran componente de materias primas.
Sin embargo, pese a un crecimiento sostenido que lleva alrededor de 30 años, en China ha comenzado a surgir problemas más relacionados con el desarrollo, pero que por su gran tamaño e incidencia en el mundo podrían tener un gran impacto en la economía mundial.
Mientras la economía China crezca, crecerá el consumo total del país, pero no sucede lo mismo con el consumo como % del PBI. Por ejemplo, en 2011 el consumo de los habitantes de China fue el que más contribuyó al consumo mundial, ya que su economía creció, empero la relación del consumo de los hogares respecto del PBI bajó. Esto se produce por la gran propensión de las familias chinas al ahorro, en parte producto de algunas de las reformas introducidas a su sistema en la década del 90, en donde se desarmó parte de la red de contención social y de salud. Esto generó que muchos decidieran ahorrar para su futuro, principalmente los más avanzados en edad. En tanto, que las familias más jóvenes ahorran, mayormente, para la educación de sus hijos y para su vivienda (en parte por el aún no desarrollado mercado de crédito de largo plazo).
La llamada en muchos países “Burbuja inmobiliaria”, las deudas de los gobiernos locales dentro de China, la desigualdad de renta entre ricos y pobres y la escalada de la corrupción, la cada vez más introducción de mayor mecanización y robótica en las fábricas chinas que producen tecnología y maquinarias para empresas multinacionales son algunos de los factores que pueden atentar para la baja en el crecimiento o para la generación del malestar social del que a veces mencionan las autoridades chinas. Asimismo, China abusa según muchos economistas de un desarrollo poco respetuoso del medioambiente y con crecimiento de macrourbes y megacomplejos que no generan buena perspectiva de futuro a quienes habitan en ellos.
Casos como Linfen y Tianying, ubicadas en el centro del país, llaman la atención por el grado extremo de polución hacia afuera, pero parecen más comunes hacia adentro del país. Según un informe del Banco Mundial, China cuenta con 16 de las 20 ciudades con más polución del globo e incluso un estudio del Gobierno chino reconoce que en dos de cada cinco urbes la calidad del aire oscila entre “contaminada” y “peligrosa”. China sería ya el principal emisor de CO2 del planeta, con un volumen superior a los 6.000 millones de toneladas métricas por año, lo que obligará a China a costosísimas inversiones para reducir sus niveles de contaminación, mejorar los parámetros de calidad y medidas fitosanitarias adicionales tras una virulenta campaña de los medios occidentales para defender la etiqueta ECO como medida de proteccionismo encubierto.
Desde el plano internacional, la no recuperación de la economía mundial hace que la alta dependencia de China de la demanda de economías desarrolladas genere factores de turbulencias.
Todo esto, hace prever que China tiene que sí o sí comenzar a reorientar su modelo en los próximos años con mucho más enfoque en el mercado interno. Buscar reducir el ahorro de la población, crear mejores redes de protección social (salud, pensiones) y reformar el sector agrario, podrían ser objetivos para ello. Sin embargo, esto podría conllevar que China se encarezca a nivel mundial, y sumada a la deuda local podría comenzar a enfriarse antes que mejorar el consumo interno. Otra medida podría ser inyectar dinero, desprendiéndose de activos financieros en reservas del Banco Central de China, lo que supondría un alta de tasas en varios países por la lucha para colocar la mayor liquidez que habría en el mercado; lo cual también supondría ajustes en alguna parte del globo.
En 2012 los bancos chinos, además de los cuatro billones de yuanes (580.000 millones de dólares) del programa estatal de gasto, concedieron otros 7,73 billones de yuanes (1,13 billones de dólares) en créditos durante los primeros siete meses de 2009 en un espectacular estímulo financiero para apoyar una economía afectada por la caída de las exportaciones. Así, los bancos han emitido más de un billón de yuanes en nuevos préstamos en las primeras dos semanas del 2010 (más del doble del promedio mensual de 400.000 millones de yuanes en la segunda mitad del año pasado), pero la agencia internacional de calificación Fitch ya ha advertido a China que “su crédito es insostenible y que los gastos de estímulo en respuesta a la crisis financiera global corren el riesgo de generar problemas serios".
Muchos inversores externos en las bolsas de valores de China también han empezado a sentir el vértigo de la altura y a cuestionarse el estado de solvencia de las compañías. Entonces, al primer síntoma de menores resultados empresariales, la volatibilidad será la nota dominante.
En síntesis, hemos observado como durante más de 3 décadas China ha ido orientando su economía interna hacia una economía de mercado, con la diferencia de tener un gobierno central inamovible por ser un único partido gobernante. Todos los primeros ministros han ido haciendo mejoras o retoques a este modelo. Quizás China siga teniendo margen para crecer, pero lo cierto es que de todos los países del mundo es el que menos respeta el medioambiente para efectuar ese crecimiento. A su vez, sus habitantes han ido mejorando en gran proporción su situación social, aunque con limitaciones, pero comparativamente con décadas atrás no puede negarse que en general están mejor. El tema fundamental es saber cuándo China estará tan cerca de sentirse una economía de mercado, que conlleve a pensar que sus problemas sean similares a los de Europa; lo cual lleve a pensar que estará ante una crisis de competitividad; pero China no es Europa y los derechos sociales de trabajadores están poco firmes, con lo cual pueden volver atrás y pauperizar su situación para ganar “competitividad”. El abanico de opciones acerca de lo que puede suceder con la economía china es muy amplio, pero de seguro que tarde o temprano, será China quien aseste otro duro golpe al sistema mundial de competencia, extendiendo su crisis, llevándola a los países en desarrollo y poniendo más y más en evidencia que un sistema mundial como el actual no es sostenible en el tiempo, ni beneficioso para los habitantes del planeta en largo plazo.
Tal como lo he planteado en varias notas, no soy un experto en economía, pero sí percibo a las claras las inconsistencias del sistema actual de competencia. Pensar uno nuevo es tarea de todos. Pensar en que los seres humanos podemos compartir los recursos es un desafío grande, pero no imposible, más si la ayuda está cerca.
Sin compartir no puede haber paz social, sin paz social no puede haber justicia social y sin justicia no puede haber futuro… Todo depende de nosotros... Hagámoslo posible…