Pensando en por qué, cuando se
produzca el emerger del Instructor del Mundo y los Maestros de Sabiduría, una
de las mayores prioridades que se plantean en sus textos es terminar con el
Hambre en el Mundo: SÍ, REPITO: TERMINAR CON EL HAMBRE EN EL MUNDO.
En su momento, escribí este
artículo como preámbulo de un plan (para Argentina, pero fácilmente trasladable
a otros países) contra el hambre: http://nuevaeconomiaycompartir.blogspot.com.ar/2012/03/plan-hambre-0.html,
en donde me referí que el hambre existente en el mundo –visto desde las
posibilidades que tenemos de erradicarla y el grado de avance que se han
logrado en innumerables cuestiones- es el síntoma más nefasto del
funcionamiento de la sociedad actual.
Sin embargo, más allá del
sentimiento de dolor que existe al saber que alrededor de 1000 millones de
personas en el mundo sufren hambre todos los días y, aproximadamente, 20
millones de personas, la mayoría niños, mueren de causas relacionadas con el
hambre cada año -muertes que podrían evitarse fácilmente-; resuenan en mi mente
palabras del Cristo, el Instructor, Maitreya, o como lo queramos denominar,: “¿Cómo
puedo permanecer aparte y ver esta matanza, ver a Mis pequeños morir? No,
amigos míos. Eso no es posible. Por eso he venido tan rápidamente entre
vosotros una vez más, para mostraros el camino, indicaros el sendero”. En donde
demuestra como una de las causas de su emerger público que este es uno de los
grandes males de la humanidad.
¿Por qué? ¿Por qué es tan
alarmante el tema? Bueno, luego de leer bastante del tema y escuchar algunos
especialistas, trataré de efectuar un resumen, según mi entender, que ensayo en
este artículo y que pretende, de alguna manera, cubrir un bache que dejé a los
largo de todos los escritos del blog.
Antes de entrar en detalles, que
médicos y especialistas podrán ratificar, ya que sólo he copiado y adaptado
textos (no soy especialista en la materia y disto mucho de ser, por lo que pido
perdón de antemano en caso de haber cometido algún error), quiero realizar las
conclusiones para que quien lea entienda la importancia de generar planes para
erradicar el hambre.
El cuerpo físico del hombre (y la
mujer) es un organismo perfecto, o que puede tender a la perfección, producto
de una minuciosa planificación “celestial” -podríamos denominar- que conlleva
desde el origen varios millones de años. Dentro de esta evolución, todos los
seres humanos, desde algunas semanas posteriores a la concepción, llevan
consigo la posibilidad biológica para, eventualmente, transformarse en ese
perfecto organismo. Sin embargo, en este camino existen ciertos tramos claves,
que sí o sí pueden marcar a un ser humano para toda la vida.
Estos tramos claves son la
nutrición, la salud emocional y física de la madre durante el embarazo; la
nutrición (crecimiento) junto con la contención y estimulación
emocional/afectiva del niño hasta los 2 o 3 años (hay controversias en
determinar una fecha exacta, ya que se desarrollan allí partes de las llamadas
cortezas cerebrales), y posteriormente la nutrición junto con la contención y
estimulación emocional/afectiva del niño hasta los 6 o 7 años de edad (qué es
cuando alcanza el 90% del desarrollo). -Es obvio que luego de los 7 años
continúan siendo muy importante todos los factores antes mencionados-.
“Somos
lo que comemos”, decía el filósofo (Hipócrates, según algunos, Ludwig
Feuerbach, sostienen otros).
EL
CEREBRO HUMANO TIENE SÓLO UNA PRIMAVERA, TIENE SÓLO UNA ETAPA EN LA VIDA DONDE
CRECE ACELERADAMENTE, DONDE FLORECE, Y ES DE VITAL IMPORTANCIA LA ALIMENTACIÓN
DE LOS PRIMEROS AÑOS DE VIDA. Es la alimentación, además de los factores
afectivos y socioambientales, la que permitirá establecer las bases para que el
ser humano físico-biológico despliegue, durante toda su vida, el gran potencial
que como seres divinos (personas/dioses) tenemos y Dios (o lo que entendamos
por El) nos ha reservado. Podemos ubicar esta primavera como la etapa entre el
embarazo y los 3 años, o entre el embarazo y los 6 o 7 años, pero una vez
pasada esta etapa, sí el ser no tiene una primavera “bien nutrida”, el verano
será menos brillante, y el otoño e invierno quizás lleguen antes.
Posteriormente,
con el crecimiento de la persona llegará el “verano”, en donde existe cierta
controversia de los especialistas. Cuando me refiero al verano cerebral
significa que siguen desarrollándose áreas del cerebro y la creación de
neuronas es mayor que la cantidad que mueren. Algunos ubican esta etapa como
alrededor de los 20 años, mientras que otros especialistas dicen que aunque con
menor plasticidad, los cerebros de los adultos jóvenes
continúan desarrollando el cableado en el lóbulo frontal, las extensiones
responsable de las tareas cognitivas complejas, como la inhibición, el
funcionamiento de alto nivel y la atención, lo que podría extender el “verano”
hasta alcanzado los 30 años. Repito, siempre las menciones a fechas o
edades son relativas porque cada ser humano es único, su carga genética es
única, así como su ingesta en toda la vida y su desenvolvimiento
socioambiental.
La
plasticidad es la capacidad del cerebro para remodelar las conexiones entre sus
neuronas. Está en la base de los procesos de memoria y de aprendizaje, pero a
veces también interviene para compensar los efectos de lesiones cerebrales
estableciendo nuevas redes. Estas modificaciones locales de la estructura del
cerebro dependen del entorno y permiten al cerebro adaptarse. Esto
acarrea el desarrollo de una intrincada red de circuitos neuronales que
necesitan de grandes concentraciones de neuronas capaces de ajustar las nuevas
entradas de la información y reajustar sus conexiones sinápticas (enlaces
neuronales).
Luego,
llegará el “otoño” cerebral, que sería el período en donde se pierde plasticidad
y la cantidad de células cerebrales que mueren es mayor a las que se generan y
finalmente, en función de la clase de vida que se ha llevado (en todos sus
aspectos) con la ancianidad o antes comenzará el invierno de nuestro cerebro
que sería cuando comienzan a perderse funciones o producirse alteraciones que
afecten la salud del órgano.
Es en
base a esta manera que tiene el cerebro humano de desarrollarse, que también se
da en otros órganos con otro tipo de células (no neuronas), que hay que
procurar, cuidar, asistir, defender, etc. la primavera de todos los seres humanos.
Porque la primavera cerebral es única y es corta, en comparación con una
potencial longeva vida. Y para defender y alentar esa primavera es fundamental
que todo el mundo se concientice para terminar con el hambre, principalmente
quienes detentan poder, políticos, personas muy adineradas, personas afamadas,
y todo aquel que sea una voz influyente en cada país. El hombre y la mujer
nacen con un potencial “divino”, pero sus primeros años se transforman en
primordiales para que en la juventud y luego en la adultez esa capacidad pueda
ser alcanzada.
Sí es
el deseo, como es el de la gran mayoría, que la sociedad sea cada vez más
evolucionada, que existe un respeto mutuo creciente, respeto por las leyes y
que la conciencia (me refiero al entendimiento cada vez mayor de todos los
aspectos de la sociedad y el individuo) colectiva sea orientada hacia el bien,
pues, hay que convertir en prioridad la lucha contra el hambre. La buena
alimentación es, junto con la educación (pero primero que ésta), la carrocería
y el motor –ambos juntos- que permitirán la circulación correcta y la
adaptación con mayor entendimiento a los desafíos de la vida.
Quiero, a lo largo del escrito, describir de forma
sintética las distintas etapas de la nutrición del órgano fundamental que
dirige la actividad del ser humano, aunque es obvio que también cuando existe
desnutrición o falta de alimentación adecuada, todos los órganos del cuerpo
pueden verse afectados.
De
aquí en adelante, intentaré explicar por qué hay que cuidar y promover una
correcta primavera cerebral.
La
mayoría de las células cerebrales (neuronas) surgen entre el cuarto y el
séptimo mes de embarazo. Estas neuronas se van conectando entre sí gracias al
proceso de mielinización, hasta el punto que un recién nacido tiene más de un
trillón de conexiones en el cerebro, lo que según el neurobiólogo Peter
Huttenlocher, dentro del embarazo el bebé no nacido puede generar hasta 250.000
neuronas por minuto. La mielina es una cubierta aislante formada por un tipo de
grasa que sirve para establecer las relaciones entre las neuronas.
Es
durante los primeros 2 o 3 años cuando se producen la mayor cantidad de
conexiones entre las neuronas, y se considera que a los 2 años el cerebro
alcanza el 75% del peso que tendrá en toda su vida, que hasta los 3 años el
cerebro tiene máxima plasticidad (es decir que alguna regiones podrían suplir
el funcionamiento de otras). Es alrededor de los 6 o 7 años que el cerebro
alcanza el 90% del tamaño y peso que tendrá de adulto la persona, que terminan
de desarrollarse los lóbulos frontales y también la llamada corteza
sofisticada.
El cerebro es el órgano que más
rápidamente crece, pero cuando hay desnutrición infantil no sólo se detiene el
crecimiento cerebral, sino que, además, hay una atrofia del cerebro y el
espacio es ocupado por líquido cefalorraquídeo. Los estragos que provoca la
desnutrición que se padece en la infancia son los más lamentados por una
sociedad, ya que en esta etapa el mayor impacto lo sufre el cerebro del niño,
en el que se producirán alteraciones metabólicas y estructurales, a veces,
irreversibles.
La suerte del sistema nervioso
central está determinada en los primeros años de edad, más exactamente en los
primeros 18 meses a 24 meses. Si durante este tiempo no recibe una adecuada
ingesta de nutrientes, el niño se transformará en una persona con capacidades mentales disminuidas y
en el futuro costará revertir esa situación.
Este daño no sólo afecta al
individuo sino a la sociedad entera, ya que se comienza a dañar el capital
humano, y si éste se encuentra dañado, se diluye la posibilidad de crecer en un
futuro cercano como sociedad.
Entiéndase, el hambre no es sólo
una cuestión de la dignidad de cada persona o cada familia, es un síntoma que
impacta en la sociedad entera, en la forma cómo podrán absorber conocimiento
los chicos (en su educación), en la forma que se desenvolverán respecto del
cuidado de la vida, de la posibilidad de razonar y actuar para cómo poder
crecer cómo país y sociedad mundial, y hasta la posibilidad de entendimiento y
comunicación son afectadas por la mala nutrición: ese potencial con el que se
nace, se desvanece o se reduce.
Si el niño está bien alimentado
durante los primeros años de vida, puede tener un efecto profundo en su salud,
así como en sus funciones cognitivas, emocionales y psicosociales, sobre todo
en la atención, memoria, capacidad para aprender y en el rendimiento escolar. Existen
evidencias científicas que sugieren que cuanto más temprano empiece el niño a
beneficiarse de programas de nutrición, mejor será su desarrollo cognitivo y
conductual, su desarrollo físico y motor e incluso, algunos investigadores
justifican una mejora en las habilidades y relaciones sociales. Algunos expertos
van más allá y consideran que puede afectar directamente a la inteligencia.
Acerca de lo que anteriormente denominé el “verano”, un
estudio de la Facultad de Medicina y Odontología de la Universidad de Alberta y
publicado en la revista Journal of Neuroscience menciona que el cerebro humano no detiene su
desarrollo en la adolescencia, sino que continúa hasta los 20 años o
dependiendo del individuo hasta que se transforma en un adulto joven. Este se
menciona como el primer estudio a largo plazo, utilizando un tipo de imagen que
muestra el cableado del cerebro, para demostrar que en la sustancia blanca (La sustancia blanca o materia blanca es
una parte del sistema nervioso central compuesta de fibras nerviosas mielinizadas
-cubiertas de mielina-. Las fibras nerviosas
contienen sobre todo muchos axones –un axón es la parte de la neurona encargada de la transmisión de
información a otra célula nerviosa-. La llamada sustancia gris, en cambio, está compuesta por los cuerpos
neuronales, que no poseen mielina, y se los relaciona más con el procesamiento
de la información) todavía hay cambios estructurales que suceden durante
la edad adulta. La materia blanca es el cableado del cerebro que conecta las
diferentes regiones para facilitar las habilidades cognitivas.
Con relación a
la lucha contra el hambre, incluso en casos donde hubo sufrimiento de ese mal,
hay evidencias que indican que se puede alcanzar mejoras sustanciales,
inclusive en niños severamente desnutridos si, en la edad temprana, se toman
las medidas apropiadas para satisfacer sus necesidades nutricionales y
psicosociales. Cuanto más tiempo los retrasos del desarrollo permanecen sin
corregirse, mayor es la posibilidad que los efectos sean permanentes, y el
potencial intelectual de dichos niños al momento de ingreso a la escuela ya está
probablemente dañado. Nunca es tarde para mejorar, ya que distintos estudios indican
que los programas de nutrición dirigidos a niños en los primeros años de vida
conllevan mejoras cuantificables en la adolescencia y adultez.
Hablar
del hambre y sus síntomas puede llevar miles de páginas, pero pretendí efectuar
un resumen para destacar la importancia de luchar contra dicho mal, haciendo hincapié
que cuando existen síntomas de desnutrición o mala alimentación, toda la
perfección biológica potencial se ve afectada en el individuo y repercute en
toda la sociedad. Sí bien, en todo momento y en cualquier circunstancia puede
mejorarse la nutrición, y sí se logra, los efectos en el individuo serán
beneficiosos; es menester comenzar cuanto antes, desde el embarazo y el
nacimiento, y para ello la mejor manera es que, más allá del rol del Estado
(que siempre debería estar presente en estos casos), entre todos comprendamos
que el mejor y más brillante futuro lo encontraremos cuando la humanidad
aprenda a compartir los recursos y explotarlos de forma consciente con el
cuidado de la naturaleza.