Quisiera explicar un tema que al lector quizás le resulte fuera de lo
común para un blog que trata de hablar de temas sociales, económicos y
políticos. Para que el mismo pueda comprender la magnitud de los cambios a los
cuales nos enfrentamos como humanidad, es necesario que tenga, como
mínimo, un somero conocimiento de por qué o cómo se han producido o se
producirán ciertos cambios que pueden abarcar diferentes segmentos de la
sociedad.
Desde hace ya algunas
décadas, lo que ha continuado hasta la actualidad, en revistas científicas y/o
de inclinación espiritual, sumándose desde poco más de 20 años numerosas notas
o sitios en Internet, se menciona o se escribe acerca de que el mundo ha
entrado en una nueva era: la Era de Acuario.
Realizando un repaso
rápido alrededor de lo que implican estas afirmaciones, podemos mencionar las
distintas implicancias que tiene este concepto.
Remontándonos
hacia tiempos muy remotos, en la antigüedad el hombre como parte de su
evolución comenzó a querer dominar el tiempo, para ello, ante la ausencia de
medios mecánicos, observaron la naturaleza y el cielo. El Sol, La Luna y las
estrellas empezaron a otorgarle los parámetros necesarios que les permitió
organizar parte de sus vidas, el ciclo de las cosechas, los ciclos
reproductivos de ciertos animales, etc. Como no había elementos precisos, se
hablaba de Astrología como el concepto en el estudio de las influencias
cósmicas, cuyos orígenes se remontan al Antiguo Egipto, Babilonia, el Imperio
Maya o a la Antigua India.
El
famoso Zodíaco de Denderah, descubierto en la época Napoleónica y que
actualmente es exhibido en el Museo del Louvre es un ejemplo del amplio estudio
que llevaban los antiguos egipcios del tema.
Desde
el punto de vista astrológico se habla que cada era astrológica tiene una
duración promedio de 2.148 años, siendo 12 eras o signos zodiacales el ciclo
completo tendría 25.776 años. Los mayas ubican el ciclo en 25.625 y cada era en
aproximadamente 2.135 años. En Astronomía y en Astrología cada era es un
periodo de tiempo que se corresponde con el desplazamiento en 30 grados de arco
del eje terrestre, debido al fenómeno de la precesión de los equinoccios. En
base a esto un ciclo equinoccial, es decir el período que tarda la precesión de
La Tierra en dar una vuelta completa de 360° ocurre en aproximadamente 25.776
años. En otras palabras, es el período de tiempo durante el cual, el punto vernal cruza
por una de las 12 constelaciones del zodiaco.
Debido a la precesión
de los equinoccios, el Sol se mueve hacia atrás a través de los doce signos del
zodiaco a la velocidad aproximada de un grado de espacio cada 71,6 años, y a
través de cada signo (30 grados de espacio) en unos 2148 años y en torno de
todo el círculo o ciclo equinoccial en unos 25.776 años. El valor del
desplazamiento suele redondearse a 72 en las literaturas esotéricas, varias que
datan de los años ´30, lo que ubica la era completa en 25.920 y cada una en
2.160. La precesión de los equinoccios es debida a que la Tierra gira sobre un
eje que no es estacionario. Éste posee un movimiento lento y oscilante, similar
al de un trompo que ha perdido parte de la fuerza con que fue lanzado,
describiendo así un círculo en el espacio. Debido a este movimiento oscilante,
el Sol no cruza el Ecuador (denominado punto vernal) por el mismo sitio todos
los años, sino un poco más atrás en cada ocasión, y de ahí el término de
"precesión de los equinoccios", porque el equinoccio “precede".
Bajo
lo mencionado en los 2 párrafos anteriores, y tal como los egiptólogos más
renombrados creen, sí la Esfinge de Gizeh tenía forma completa de León, es que
está marcaba casi de forma exacta el Equinoccio de Primavera en la Era de Leo,
lo que estudiado bajo el Zodíaco de Denderah tuvo que haber ocurrido hace unos
12.960 años, alrededor del 10.900 a.c., y siguiendo las mismas pautas indicaría
que en la actualidad se culminó el transito de Piscis hacia Acuario, por lo que
formalmente estamos en esta última Era.
Es
muy importante saber que en la inmensidad del cosmos, de los astros y sus
influencias, tratándose de periodos de tiempo tan largos – más de 2000 años- no
existen, al menos para el conocimiento medio común de la humanidad, un punto
exacto de cambio de Era, por lo que es lógico pensar en que existe la entrada de
influencias de una Era y salida de las influencias de la Era que se termina,
observadas como períodos de transición que pueden ser décadas o hasta 2 o 3
siglos, hasta que finalmente se impongan las influencias de la nueva Era.
El
transito en cada era se explica por la inclinación del sistema solar hacia
determinada constelación, se ha finalizado la transición entre Piscis y Acuario.
El Sistema Solar y por ende el Planeta Tierra apuntan hacia la Constelación de
Acuario. Sólo a efectos de referencia, el estudio de ciertos escritos de la
Civilización Maya explica que en el período que va de 1999 al año 2012, el
sistema solar saldrá de su giro cíclico nocturno para entrar en el amanecer de
la galaxia –“Vía Láctea”-, siendo sincronizado nuestro sistema por poderosas
energías emanadas desde el centro de la galaxia. Como punto en común de
cualquier interpretación astrológica muchos investigadores toman en cuenta,
para reafirmar la teoría, numerosos eventos –de los cuales podemos elegir creer
o no-; siendo dos de los más relevantes, el eclipse del 11 de agosto de 1999
que hizo cono de sombra en todas las zonas de conflictos bélicos desde Europa
hasta Asia y el cambio en la resonancia Schumann –se podría llamar “el pulso
magnético de la Tierra y los seres vivos”-.
Desde el punto de vista
espiritual, se habla de que la energía de
Acuario será la que creará el equilibrio entre las corrientes positiva y
negativa, trayendo armonía al planeta. “Esto dará paso a un nuevo equilibrio en
la naturaleza, y ambos, las personas y la naturaleza, responderán constructivamente”.
La pequeña oración es de difícil realización, por lo que muchos afirman que
desde el punto de vista espiritual no hay fecha de inicio exacta, sino que la
nueva era se iniciará cuando la humanidad haya evolucionado en su grado de
conciencia respecto de la comprensión de su identidad como hijo de Dios y
hermano de todos los demás hombres, de que gran parte de la humanidad comprenda
el arte de la realización del ser (que es interior y no exterior) y de que se
logren métodos de convivencia y producción pacíficos y prósperos para todos los
hombres.
A su vez, cada
era se caracteriza por dos grandes hitos. El primero es la aparición y/o
expansión en el mundo de numerosos conocimientos de índole espiritual que
buscan bajar las barreras que dividen a los hombres a nivel ideológico y los
elevan en conciencia, como pueden haber sido: el surgimiento del impulso
mundial que existe un único Dios y no la separatividad de dioses según cada
religión, el acercamiento de filosofías y conocimientos entre oriente y occidente
puede ser otra pauta de estos impulsos, el crecimiento cada vez más continúo en
una importante parte del mundo acerca de la preocupación y el hastío por
conflictos bélicos –aunque estos ocurran en lugares alejados para algunos-, las
manifestaciones y actos concretos acerca del cuidado que debe realizar el
hombre sobre su hábitat, etc.
El otro hito que cada nueva era pauta, según
distintas tradiciones religiosas y espirituales es la coincidencia, aunque no
podemos pretender que sea exacta, acerca de la llegada al mundo de un “Avatar
Planetario” que genere el movimiento necesario en toda la humanidad para
avanzar velozmente en la conformación de una sociedad mundial más evolucionada.